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Política

Grupo defensor de derechos humanos exige el reconocimiento de la justicia reproductiva en R.D.

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En un acto cultural y festivo con motivo Día Internacional contra la Discriminación Racial, el  21 de marzo, organizaciones defensoras de derechos humanos y ciudadanía en general se unieron para denunciar las que calificaron de graves limitaciones que enfrentan las personas en República Dominicana para el ejercicio de sus derechos humanos.

“Nacer, crecer, reproducirse y morir; son hechos determinados por la raza, la clase, el origen, la corporalidad. Y vivir dignamente y ser feliz es un poder reservado para algunos cuerpos solamente”, dijo Johana Agustín, vocera del grupo.

Estadísticas


Indicaron que las cifras son contundentes, ya que el 46% de las mujeres en edad reproductiva no tiene acceso a métodos anticonceptivos, y la esterilización es el método más utilizado, muchas veces sin el consentimiento pleno de las mujeres.

“En 2019, el 25% de las mujeres esterilizadas no sabían que era irreversible, evidenciando la falta de información y autonomía sobre sus propios cuerpos”, subrayaron.

Criminalizar la decisión: una injusticia flagrante

“Es criminal que el aborto siga siendo un delito, que haya mujeres que paguen con cárcel una decisión tan personal y compleja”, aseveró Agustín. La penalización del aborto no solo limita la libertad de las mujeres, sino que las empuja a prácticas inseguras que ponen en riesgo su salud e incluso su vida.

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Un llamado a la acción

El grupo defensor de los derechos humanos advirtió que no se detiene en la denuncia, y anunció un . calendario de actividades públicas para movilizar a la sociedad civil y exigir transformaciones profundas. “Invitamos a todas las personas a unirse a la lucha por la justicia reproductiva”, expresaron, convocando a seguir sus redes sociales: @JusticiaReproductivaRD en Instagram y Tik Tok.

A continuación el manifiesto:

Nacer, crecer, reproducirse y morir

Cuatro elementos que resumen la existencia, como si fuera posible asumir que la vida sucede espontáneamente para todas las personas.

Nacer, crecer, reproducirse y morir; existir, en República Dominicana son hechos determinados por la raza, la clase, el origen, la corporalidad. Vivir feliz y dignamente es un poder reservado para algunos cuerpos.

Al nacer, una experiencia en la que debería de garantizarse la más alta de las dignidades, las mujeres y  las personas recién nacidas en nuestro país se juegan la vida en salas de los hospitales, en manos de un personal de salud supuestamente calificado. República Dominicana,  a pesar de registrar un  98% de partos institucionalizados, mantiene tasas de mortalidad materna y neonatal muy por encima de la media regional. Las adolescentes, mujeres negras, mujeres empobrecidas, y mujeres migrantes son quienes pagan con su vida y las de sus hijas e hijos por la privatización de los sistemas de salud.  Despojo de un derecho esencial, que es ocultado detrás de una nube de xenofobia al acusar a las mujeres extranjeras de malgastar casi el 30% del presupuesto nacional asignado a este aspecto.

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Presupuesto que no supera el 3% del total nacional.

Crecer, en un territorio lesionado por las crisis climáticas, devastado por la industria extractivista, gobernado con autoritarismo, violencia, abuso policíaco, precarización del trabajo y donde el racismo determina hasta la forma en que vestimos y llevamos el cabello, condena a las personas que habitamos en este país a sostener un sistema que pone el capital en el centro a costa de la vida y el desarrollo de la gente, sus comunidades y nuestros territorios.

Reproducirse, reproducir y cuidar la vida,  es una decisión íntima, personal, y de las más trascendentales. Es un derecho que debería garantizarse en todas sus dimensiones.

Es inaceptable que en nuestro país el 46%[1] de las mujeres en edad reproductiva aún no tengan acceso a métodos anticonceptivos.

Es inadmisible que la esterilización quirúrgica, a veces involuntaria, sea el método anticonceptivo más utilizado en el país.

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Es racista que para el año 2019, el 25% de mujeres que fueron esterilizadas en el país no sabían que se trataba de una intervención irreversible.

Es violento que se limite la libre reproducción de las mujeres con discapacidad.

Es criminal que el aborto siga considerandose un delito, que haya mujeres que paguen con cárcel una decisión estrechamente vinculada a los sistemas de valores personales. Y determinada por cuestiones estructurales.

¿Y cómo se muere en República Dominicana?

En esta media isla se nos asesina de tantas formas, se nos arrebata la posibilidad de existir sofisticada y sistemáticamente:

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  • Aquí se mata con la violencia cotidiana ejercida en la familia hacia laniñez
  • Aquí se mata con las suposiciones sobre funcionalidad corporal, accesibilidad y discapacidad
  • Aquí se mata con la desnacionalización y la apatridia amparada por el tribunal constitucional y su nefasta sentencia 168-13
  • Aquí se mata con la violencia policiaca ejercida contra cuerpos negros, personas defensoras de derechos humanos, y personas que se dedican al trabajo sexual
  • Se mata a través de una política genocida contra el pueblo haitiano
  • Se mata con el control desproporcionado sobre personas marginalizadas alrededor de quién se reproduce, cómo, cuándo y cuándo.
  • Se mata borrando la memoria de nuestras resistencias ancestrales y contemporáneas.
  • Se mata corporativizando los movimientos sociales.
  • Se mata difundiendo el odio, la LGBTIQfobia, la cultura de la violación, y sosteniendo la impunidad.

Nacer, crecer, reproducirse y morir, con dignidad, en bienestar, con prosperidad, con justicia y libertad es nuestro motor.

Quienes estamos aquí nos declaramos como defensoras y defensores de la Justicia Reproductiva, un marco amplio que nos permita crecer en nuestras demandas y madurar nuestras prácticas políticas.

Nuestra apuesta, asumiendo este Marco de referencia, es un intento de iniciar una transformación, ojalá un movimiento social que de una vez y por todas no esté negociando y priorizando  opresiones, unas sobre otras, aceptando migajas, comprometiendo nuestra vida actual y futura.

Aprendemos de nuestro pasado, retamos a nuestro presente y construimos un futuro diferente, donde la libertad, la justicia y la dignidad se conviertan en sentido común, en fuerza de cambio, en nuestra identidad.

Grupo de Justicia Reproductiva República Dominicana.

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