Economía
PIB, Covid-19 y las elecciones
La República Dominicana en pleno proceso electoral se encuentra hoy librando una lucha tenaz contra una pandemia importada e invisible que daña la salud y en muchos casos causa la muerte la cual hizo su aparición tímidamente a principios de marzo del cursante año 2020 coincidiendo precisamente con las actividades electorales.
Enfermedad que interrumpe la vida cotidiana y electoral, cual si fuese un fantasma obligando a una nación a recogerse en sus hogares y por ende paralizando las actividades económicas y financieras.
Dada la gravedad de la enfermedad causada por el virus Covid-19 llevó al gobierno dominicano a aplicar el protocolo establecido por la Organización Mundial de la Salud (OMS), haciendo obligatorio el uso de mascarillas, guantes, confinamiento y distanciamiento social, aprobando estados de emergencia y toques de queda, con el propósito de controlar la expansión de dicha enfermedad,
Lo anterior, práctica común aplicada por los demás países afectados por igual enfermedad, con la diferencia de que la nación dominicana con debilidad institucional tradicional se encuentra inmersa en un proceso electoral, primero municipal con muchas irregularidades y cuestionamientos entre febrero y marzo del año en curso y las elecciones congresuales y presidenciales para el 5 de julio próximo.
Hasta aquí historia conocida. En medio de confinamiento, estados de emergencia y toques de queda el candidato oficialista en virtud de sus limitaciones de comunicación personal y falta de liderazgo, las encuestas lo muestran como un seguro perdedor de las próximas elecciones presidenciales.
Conociendo dicha realidad el señalado candidato oficialista y su equipo de campaña cambian de estrategia e inician una campaña desleal contra el candidato opositor de mayores posibilidades de triunfo, el señor Luis Abinader Corona.
Campaña a la vista de todo el pueblo dominicano basada en el uso desmedido de recursos propios y públicos con miras a alcanzar una mejor posición en las encuestas aprovechando que el candidato opositor no dispone de las mismas facilidades que el candidato del gobierno.
Lo criticable es que el candidato oficialista además de aprovecharse de los recursos y facilidades que le proporcionan las autoridades gubernamentales realiza campaña en la oscuridad en el marco del toque de queda vigente.
Jornadas clandestinas en las que se reparten alimentos y dinero, mascarillas y guantes, entre otros insumos, realizando por supuesto una campaña abiertamente desigual ante su principal oponente, mientras periódicamente el oficialismo solicita una y otra vez estados de excepción con el supuesto propósito de controlar la expansión del virus y alcanzar la reapertura de la economía del país en el tiempo más breve posible.
Esto así ya que mientras la economía se mantiene cerrada, el Producto Interno Bruto (PIB) seguirá en picada libre y los déficits: fiscal, balanza de pagos y cuentas corrientes, presentarán a final de año porcentajes muy por debajo o negativos a los que originalmente se pronosticaron para el presente año.
Se sabe que aun la pandemia sigue haciendo estragos en el país con nuevos números de contagiados y muertes y todo esto por la falta de previsión antes de que los primeros casos de dicha enfermedad se publicaran en los periódicos.
Mientras las actividades productivas, comerciales y de servicios se presentan lentas o muy lentas a pesar de la apertura parcial de las mismas el candidato oficialista sigue haciendo campaña en horas no permitidas sin que se le imponga sanciones.
Entonces ¿cuál será la preocupación del gobierno: el Producto Interno Bruto (PIB), el control del Covid-19 o el triunfo de su candidato en las venideras elecciones de julio próximo?
No hay dudas de que cada cuatro años los oficialistas demuestran todas las argucias al poner en manos de sus candidatos todos los recursos habidos y por haber sin importar el deterioro de la economía del país, con tal de preservar el poder caiga rayos y centellas.
Pero ante tantos desmanes, a la vista de todo un pueblo decidido a cortarles las alas para evitar que los oficialistas continúen haciendo uso indebido de los recursos del erario y para ello el pueblo espera el 5 de julio del presente año para reafirmarles que definitivamente ellos se van.
No obstante, las tantas dádivas provenientes de los recursos públicos y demagogias, el pueblo dijo: ¡ya basta!, pues a todo aquel que se acostumbra a dársele y no se le enseñar a trabajar se convierte en un parasito, degradándose y menospreciándose.
Los dominicanos necesitan transitar por un nuevo derrotero que le conduzca vivir en un país digno, con trabajo de calidad, institucionalidad, ética y moral, donde no se le utilice o explote a cambio de que un pequeño grupo día a día se sirva con la cuchara grande por migajas que reciben los más desprotegidos por uno o dos días de subsistencia.
Hoy, los dominicanos tienen la oportunidad y se merecen escoger un nuevo equipo de gobierno que haga las cosas totalmente diferentes a como hoy se hacen, las que se fundamentan bajo costosos préstamos para financiar interminables déficits que al final el pueblo paga con más impuestos.
Que se invierta en la creación de nuevas fuentes de trabajo, que se elimine la corrupción y que se gaste donde se debe gastar e invertir.
La nación dominicana tendrá en menos de 38 días una cita con la historia donde podrá decidir qué República Dominicana desea. Seguir un modelo totalmente agotado, corrupto, excluyente o marginado o enrumbarse por un nuevo país.
Una nueva nación que le garantice prosperidad, nuevos aires de progreso, mejor educación, más y mejor calidad de trabajo, más inversión en salud preventiva y no curativa, en fin, un cambio de brisas frescas con un gobierno deseoso de innovar, accionar a favor de una población que hoy vive sin esperanza viendo a sus hijos en la antesala de la cuarta revolución industrial bajo el uso de la inteligencia artificial que los coloque en una vertiente de progreso y prosperidad.
Ojalá que el dominicano no tenga que parafrasear lo que dice la vieja canción “Las Cuarenta” de Rolando La Serie: “la esperanza fue mi amante y el desengaño mi amigo”, sino todo lo contrario: la esperanza sea su amiga y el desengaño su enemigo.
Finalmente, sin máscaras, sin subterfugios la gran pregunta de estos momentos es: ¿es el PIB, el Covid-19 o las venideras elecciones, lo que realmente le preocupa al gobierno de turno?
Los hechos son evidentes, la preocupación es mantenerse en el poder sin importar las consecuencias negativas que le infrinjan a la salud y a las finanzas públicas. Es por ello que se impone ya, la elección de un nuevo equipo de gobierno eficiente y efectivo.
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