Política
Porqué y por quien voy a votar
Published
4 años agoon
Votaré, no sólo porque lo quiere una amplia mayoría, sino porque creo que el candidato que esta quiere: Luis Abinader, tiene propuestas programáticas con potencialidad de constituirse bases para iniciar un proceso de cambio sustantivo en este país.
Por CÉSAR PÉREZ.
No soy imparcial, nunca lo he sido ni jamás lo seré. En este y en todos los procesos electorales que he vivido he rechazado las actitudes abstencionistas. Desde el 94 a la fecha todas las coyunturas electorales en nuestro país han sido cruciales, pero la presente es la más decisiva, porque se desarrolla en el contexto de la peor crisis sanitaria y económica a nivel mundial jamás vivida. Aquí, esa crisis se mezcla con una profunda crisis política a la que debemos ponerle fin, eligiendo una opción de gobierno sin las taras del que ahora tenemos para iniciar una rápida regeneración del país en términos sanitario, económico, político y moral. Votar sin miedo en esta circunstancia, constituye un ineludible deber ciudadano.
En general, los procesos electorales discurren en medio de profundos niveles de desigualdad. Los poderes formales y fácticos establecen leyes y reglamentos habitualmente tramposos para que el voto y sus resultados les favorezcan. Sin embargo, a pesar de esas taras, el voto ha sido una de las grandes conquistas democráticas y, a veces, ha servido para ponerle fin a gobiernos dictatoriales, afrentosamente racistas y/o, como el que tenemos actualmente, escandalosamente corrupto, además de continuista. Algunos no quieren que se vote el día 5 de julio, los unos, el gobierno con sus bocinas, porque saben que serán irremisiblemente barridos.
Los otros, porque su testarudez política, que entienden como principio, como diría Piccolo, le impide reconocer la voluntad de millones de personas que desean votar. De éstas, la mayoría tiene la firma decisión de hacerlo contra un grupo que se ha constituido en corporación política/mafiosa para enriquecerse y perpetuarse en el poder. Constituye una responsabilidad política y personal reconocer ese deseo de la mayoría, sin que con ello se renuncie al principio de luchar para que quienes esta elija cumplan con lo que prometen. Votaré, no sólo porque lo quiere una amplia mayoría, sino porque creo que el candidato que esta quiere: Luis Abinader, tiene propuestas programáticas con potencialidad de constituirse bases para iniciar un proceso de cambio sustantivo en este país.
A Luis, lo conocí como alumno en mi clase de Sociología del Subdesarrollo en el Intec. Fue uno de esos estudiantes que uno recuerda siempre por su inteligencia, activismo y don de gente dentro y fuera del aula. En esta época, más que retóricas ideologizantes, la honestidad, el talento, la empatía, la coherencia y la vocación de servicio constituyen valores fundamentales que debe exigírseles a un político que, ejerciendo un liderazgo colectivo, se proponga encabezar un proceso de cambio. Luis reúne esas cualidades. También, votaré por Faride Raful, candidata a senadora, una talentosa mujer, que como diputada ha demostrado verticalidad en el combate a la corrupción, a lo sobornos de Odebrecht e intransigencia en la defensa de los derechos de la mujer.
Con sabiduría, ha resistido la embestida de ciertos poderes fácticos, a diferencia de otro… y como senadora de la Capital, junto a su actual alcaldesa, otra mujer vertical y de empuje, podría formar una inédita dupla con posibilidades de frenar el proceso de deterioro de algunas zonas de esta ciudad. Esas dos, y otras candidaturas de gente incuestionablemente honestas, presentadas por una coalición de partidos a nivel nacional y en varias localidades, constituyen un bloque donde convergen diversas con tradiciones de lucha y cultura políticas que lo hacen muy diferente a la corporación económica/política configurada por el PLD.
Esa convergencia política es inédita en nuestra historia política, y sus integrantes sí que han logrado entender la profundidad de la crisis en la que está sumida esta sociedad, y asumiendo su responsabilidad asumen el sentimiento de millones de personas y que expresan que esta situación debe cambiar y están dispuestas a incidir fuertemente para que las fuerzas que asuman el poder sean consecuentes con ese deseo de cambio. La post situación de pandemia, las marchas de Marcha Verde y las manifestaciones en Plaza de la Bandera el pasado febrero, serán los elementos que gravitarán sobre las autoridades que asumirán el poder a partir del próximo 16 de agosto. Depende de nosotros el sentido que tome esa gravitación en la coyuntura que surgirá después de esa fecha.
Por último, el argumento de sectores del populismo progres de que las condiciones sanitarias no son aptas para que se celebren las elecciones finalmente ha sido derrotado. Los hechos se han impuesto y se ha comprendido que una serie de urgencias de orden económico, social y político no son sólo demandas de los grupos hegemónicos de la economía, sino de grandes franjas de pequeños productores, formales e informales, que viven del día día. La normalización de la vida política y del calendario electoral es la mejor forma de lograr esa aspiración de millones de gente y afortunadamente la gran mayoría ha dicho ¡basta¡ y votará el próximo 5 de julio contra la corrupción y la impunidad.
Sin miedo, ese día votaré en el sentido que quiere esa mayoría.
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