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Opinión

Bosch, Leonel y Gonzalo

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Decía el profesor Juan Bosch, uno de los tres grandes líderes del siglo XX, que: «La función del líder, en un partido y en su país, es dirigir; pero el que dirige orienta y al mismo tiempo guía; orienta al pueblo y guía a sus partidarios.»

Pero resulta que si la persona que pretende terminar convertido en líder de la nación no se le tiene permitido dirigir ni orientar ni guiar, en otras palabras, se le tiene prohibido hablar e interactuar para poder retroalimentarse con los diversos estamentos de la sociedad, entonces lo más natural, lo más lógico, es que dicha persona tampoco sirva para terminar convertido en un buen estadista.

Definitivamente que «orientar al pueblo y guiar a sus partidarios» se consigue mediante el uso de un lenguaje interpretativo, de un discurso narrativo, en donde florezcan las nuevas ideas y los pensamientos críticos para un nuevo gobierno. Jamás se podría confiar en un candidato presidencial que rehúye hablarle con sinceridad a su pueblo.

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Eso lo sabe perfectamente la cúpula del PLD, razón suficiente para que los demás, tal y como nos enseñó Juan Bosch, pensemos que se le está ocultando algo sumamente peligroso a la sociedad. Posiblemente quienes lo promueven con más ahínco están engañando a las bases de su partido jugando como si fueran niños al juego de adivina adivinador, quién será.

La gravedad de esta situación radica en el hecho cierto de que nos veremos en la obligación de votar y escoger a un nuevo presidente constitucional en medio de una pandemia cuyas repercusiones de crisis profundas aún no pueden cuantificarse en nuestro país. La improvisación en el manejo de la cosa pública por parte del gobierno podría provocar, en el área económica, una catarsis de una magnitud inimaginable.

POR: Oquendo Medina
[email protected]

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