¿Dónde está la autoridad?

Por: Claudio Acosta.

Da vergüenza pero también rabia, pues toda esa gente que ignorando el peligro del covid-19 se aglomera en el Malecón, en colmadones, en plazas, parques, fiestas “clandestinas” y galleras está poniendo en riesgo, de manera irresponsable, su salud y la del resto de la población, colocándonos en el camino de un rebrote de la pandemia de tal magnitud que haga colapsar nuestro de por sí precario sistema sanitario. Esa rabia y esa vergüenza se transforman en miedo y preocupación cuando nos damos cuenta de que ese comportamiento, que violenta de manera flagrante el distanciamiento social y las normas de prevención que se suponen obligatorias, no recibe ninguna respuesta de las autoridades responsables de hacerlas cumplir. La Policía, a la que vemos muy afanada en los retenes con los que se procura evitar la circulación durante el toque de queda, parece haber renunciado a la tarea, fundamental durante el estado de emergencia, de recordarles a los ciudadanos y las ciudadanas que deben cumplir con el distanciamiento físico y el uso de la mascarilla, bien sea porque se cansó, porque no tiene suficiente personal ni presupuesto o porque, sencillamente, la violación a esas normas es de un carácter tan masivo y extendido que no hay forma ni manera de controlarla. En algún momento de la pandemia se dijo que el Ejército ayudaría a la Policía en esa tarea y, efectivamente, así sucedió; pero solo durante unos cuantos días, y desde entonces no hemos vuelto a ver a los guardias en las calles metiendo en cintura a los insensatos que le perdieron el miedo al covid.19. Ese dejar hacer dejar pasar resulta, además de peligroso, incomprensible, pues el Gobierno, que impuso contra viento y marea una nueva extensión del estado de emergencia, debe ser el más interesado en desmentir las acusaciones de querer utilizar el miedo al contagio como un arma electoral de grueso calibre para favorecer a su Penco Candidato el día de las elecciones.