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Opinión

El portento de la calle

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Orlando Gil.

La campaña de Luis Abinader admite que al inicio de la cuarentena, con su candidato confinado y Gonzalo Castillo lanzado a la calle al medio dando como loco, en sus propias mediciones el primero bajó y el segundo subió.

Lo revela ahora para señalar esa situación como agua pasada, pero en su momento la negó. No puede ser confiable quien se falta a sí mismo y oculta la verdad por conveniencia.

Castillo sigue haciendo lo que mejor sabe hacer: dar lo propio y lo ajeno, de manera que si con eso mejoró su posición, no tiene sentido que vuelva a descalabrarse.

Conozco los estrategas del candidato opositor, pero no los del oficialista, pero hay que reconocérseles el acierto de aprovechar lo que se suponía era un tiempo muerto para política.

Incluso los méritos del aspirante que no lo pensó dos veces y corrió los riesgos que implicaba moverse entre gente que podía contagiarse y contagiarlo.

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La experiencia de Abinader, confinado de nuevo y contagiado en familia, no deja duda de los peligros de exponerse en público, de ser parte o centro de las aglomeraciones.

El hecho viene a cuento porque la modalidad de Castillo, con el penoso efecto en Abinader, la pone en práctica Leonel Fernández, quien anda como alucinado juramentando toda humanidad que se congregue a su alrededor.

Considera que las oportunidades se pintan con afro y sin bigote, y que solo en la calle, sin Abinader ni Castillo, puede hacerse con la cancha. Quedan pocos días de campaña, y como Elvis Presley: Now or Never.

El devenir es interesante, y si hace lo correcto, y segundas partes – por alguna vez – resultan buenas, un mejor average puede ayudarlo a clasificar.

El cálculo es inteligente, solo que una cosa piensa la juramentación y otra – muy distinta – la encuesta. Ahora tan frecuente y por igual ingrata.

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No sé qué explicación se dará Fernández a sí mismo, pero más que agobio, una situación que en momentos de gloria no le pasó por la cabeza, que de rey mimado de las encuestas pasara a una especie de inconsecuente vasallo.

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