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Opinión

El Presidente que  el país requiere

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En los años post a ese cisne negro denominado Covid-19, que estarán silueteados por las hojarascas de la contracción o recesión macro-financiera, reinarán las ciencias económicas, y conducirá con tino y holgura a la Nación el Presidente de la República con más escrúpulos e instrucción superior en esa disciplina.

Por su formación de economista versado en políticas públicas y en gerencia de proyectos, así como legatario paterno en los ámbitos fiscales, financieros y monetarios; sus experiencias en unidades productivas, por su dinámica juventud y su renovada y amplia propuesta de gobierno, confío y nos convence para depositarle el voto Luis Rodolfo Abinader. Su programa se vierte harto prometedor para sacar el país a flote en este convulso lance de “El gran confinamiento” o calamidad tripartita: sanitaria, ecológica y económica.

¿Qué propone para evitar el colapso financiero de la Nación y su recuperación en la economía post-pandemia de este nuevo ciclo multipolar?.

Abinader y planificadores multisectoriales e interdisciplinarios han diseñado un programa de políticas públicas integrales y reformas estructurales para forjar un acogedor clima de negocios y remontar la productividad y las exportaciones, en la mira del crecimiento macroeconómico con desarrollo. Redondean como prioridad eficientizar el gasto público, crear 600 mil empleos directos y modificar la montura salarial, a fin de empequeñecer la pobreza y la desigualdad.

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Para lograr este objetivo, el PRM levanta como premisas la ética del poder, en el carruaje de la transparencia y la inclusividad, para diezmar la corrupción y la impunidad.

Diez pilares, a ser ejecutados por un equipo económico experimentado y no maleado, copan mis agujeros visuales: Mipymes, frontera, desarrollo provincial, inversión foránea, cooperativismo, exportaciones, nuevo turismo, comercio electrónico, tributos y sector eléctrico.

Más que paliar con parches en la temporalidad, lo más recomendable sería aprovechar la coyuntura para impulsar reformas macroeconómicas generales, como la tributaria, para reducir privilegios, sobrellevar a la clase media y salvar a las destrozadas medianas y pequeñas empresas.

Para ejecutar las nuevas políticas públicas en el diálogo por la unidad nacional, a fin de remontar la economía, lo más lógico e ineludible sería romper el círculo vicioso del continuismo, que permita descubrir fallas y entuertos, abatir el cansancio de funcionarios con hasta 20 años manipulando instituciones, e inyectar nuevas energías en el itinerario de comenzar a duchar el crecimiento del PIB con el desarrollo sostenible.

En este universo baldosado por la complejidad, la especialización (ahora hiper-especialización), campea como un plus reparador, porque el diestro con sus teorías doctrinarias obra como gestor y con sus habilidades operativiza sus amplios conocimientos.

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Un economista austero, receloso y sin subterfugios como Presidente de la República aporta soluciones y allana el camino en el derrotero del susodicho desarrollo.

POR: Oscar López Reyes

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