Opinión
Errores políticos
Por: Sergio Sarita Valdez.
Huérfana de autoría, pero muy cierta resulta la expresión aquella de que: “El profesional que sólo sabe de medicina, ni médico es”. Francis Bacon en el siglo XVII sentenció: “El conocimiento es poder”. Juan Bosch sorprendía a su cautiva audiencia cuando arrancaba un conversatorio con unas conclusiones que a primera vista nos resistíamos a aceptarlas, y, sin embargo, a medida que iba desarrollando los argumentos nos convencía de la certeza de su razonamiento final. Recuerdo en una ocasión cuando refirió que los errores de un médico podían causarle la muerte a su paciente. Indicaba que los descuidos de un arquitecto podían causar el desplome de un edificio generando considerables daños materiales y pérdida de vidas. Así continuaba poniendo ejemplos hasta concluir que lo más dañino en términos sociales, económicos, culturales, ecológicos e históricos los causaba una errónea decisión política.
El día 6 de abril escribimos en este diario un artículo titulado Imprudencia política en los tiempos del coronavirus. Allí hacíamos eco de una serie de recomendaciones de expertos sanitaristas norteamericanos que sugerían: “1) Establecer una cabeza con gran liderazgo y el apoyo del gobierno y del pueblo para que dirija la guerra salubrista contra el virus. 2) Disponer de millones de pruebas diagnosticas para el tamizaje de la población en grande. 3) Proveer al personal de salud que asiste a las personas afectadas con los equipos de protección para evitar el contagio. 4) Segmentar a la población general en cinco grupos: a) Las personas enfermas por el coronavirus, b) los individuos que se presume afectados; c) la gente que ha estado expuesta a un caso comprobado de la enfermedad, d) ciudadanos que no sabemos si se han expuesto o si están infectados, y e) aquellos enfermos que se han recuperado y son inmunológicamente competentes. 5) Motivar y movilizar al pueblo para que se integre y coopere en la lucha por contener la expansión de la morbilidad y mortalidad a causa de esta calamidad”.
El 21 de abril de 2020 publicamos: Coronavirus: visitante inoportuno. Allí se lee:” En un trabajo anterior nos hacíamos eco de la propuesta de varios científicos norteamericanos que proponían escoger a una persona con gran liderazgo y apoyo popular para conducir la guerra sanitaria contra el coronavirus. Me venía a la mente la leyenda griega con la imagen de Diógenes deambulando por las calles de Atenas de día y con una lámpara encendida mientras pregonaba: “se busca un hombre honesto”. Ese hombre o esa mujer no va a aparecer por la razón de que el liderazgo político dominicano con raras excepciones utiliza los espacios y momentos para proyectar su candidatura. Irónicamente el virus de covid-19 no reconoce figuras e infecta a todo el espectro partidista. Gobernantes y gobernados, ricos y pobres, mulatos, blancos y negros, hombres y mujeres, ancianos y ancianas son susceptibles de infectarse y de enfermarse.
Ante una pandemia tan seria como la que vivimos lo sensato para la gente que piensa y que cree en el bienestar común, sería llegar a un acuerdo nacional para ayudar a detener la expansión de la enfermedad. No es momento para rebatiñas y zancadillas, es tiempo de dar lo mejor de cada cual para ayudar al pueblo dominicano a salir de la grave encrucijada en que se encuentra inmerso”.
El escarceo boxístico entre gobierno y oposición agrega una pandemia política a la del coronavirus; grave error político que muchos pagaremos.
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