Opinión
Faltan voces altas
Dentro de la crisis de partidos, de liderazgo, de valores y casi de todo que sacude a la sociedad dominicana, el país luce cada vez más carenciado de voces altas, con la responsabilidad y autoridad moral sobradas para dar el frente y servir de árbitros válidos en caso de gran dificultad nacional o de un tranque de orden institucional. Algunos relevos de entidades de sociedad civil, del sector empresarial y de grupos de presión existentes parece que no abrevaron en la fuente de antecesores que dejaron una impronta cuando les tocó dirigir, porque ahora sabrán defender los intereses sectoriales, pero la verdad es que muchos no han jugado el rol de entes independientes, de equilibrio y de mediación social responsable que era esperable. Y es que, con las naturales excepciones, a algunos ejecutivos o cabezas de los sectores mencionados la representación la han usado como puente para promoverse y pasar a ocupar luego un puesto importante en el gobierno. Algunos empresarios tienen estrechas relaciones o son cooptados por el poder político de turno, en el que hacen buenos negocios, y al que le sirven muchas veces de “comodines” para defender determinadas posiciones oficiales o ayudando con el silencio cómplice en determinadas coyunturas (¿). En este último aspecto el CONEP y su actual presidente, el señor Brache, han batido récord. En su momento, el hecho de favorecer la reelección presidencial de Medina le llevó a no opinar cuando gran parte del país se movilizó para rechazar una modificación constitucional con ese único fin. De los hallazgos de la OEA en el proceso que tuvo la JCE que suspender, del litoral empresarial indicado no hubo opinión, ni de los esfuerzos desplegados para que se fijara fecha de las presidenciales y se definiera lo del voto en el exterior. Aún más, no se han referido al fuerte reclamo de la oposición de que la JCE designe un director de Informática, y a otras previsiones para evitar traumas en las votaciones de julio, pero el CONEP y su presidente llaman a “respetar el resultado de las elecciones”. ¿La carreta delante de los bueyes? El pedido no es malo, solo que, como primero es lo primero, para que los resultados sean aceptados y respetados, estos tienen que ser los que respondan a la voluntad real de la mayoría, correctamente expresada en las urnas. Para lograrlo, hay que garantizar que los comicios sean “seguros, libres y transparentes”. ¿Si se esforzará en esto (no sé cómo), por qué adelantarse a los hechos? Eso, recuerda lo del” avance” en la famosa encuesta del “empate técnico” (¿) Gonzalo-Leonel de octubre.
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