Opinión
Las buenas madres
Por José Báez Guerrero.
Dejé de escribir sobre asuntos familiares porque en las redes pulula una crápula ignorante de toda bondad o decencia.
Entiendo su fúrica añepidez al disgustarle mis opiniones; basan sus exabruptos e insultos en poca educación o mentiras que, si fueran ciertas, realmente indignan. Tanto preámbulo es para compartirles que extraño abrazar a mi mamá. Por su edad y Alzheimer, podría felicitarla por el día de las madres todos los días.
En cierta forma lo hago, pues al conversar con ella me llevo de consejos de sus médicos y procuro que, aunque al minuto ella olvide que conversó conmigo, en su ánimo queden mi amor y la alegría por tenerla.
Tuve la dicha, además, de una mamá prieta, mi amada Tati, quien aún vive. Con casi 90 años lee diariamente su Biblia y canta himnos evangélicos en su inglés cocolo, con el caco intacto.
Mi mamá es católica, de Gascue y con educación universitaria; Tati protestante, samanense y escolaridad básica. Pero coinciden en valores y principios. ¡Qué privilegio que me criaran ambas!
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