Opinión
No hubo debate
Entre las muchas cosas dichas por el profesor Bosch en su esfuerzo didáctico por sacar al país del oscurantismo arrastrado por la larga dictadura trujillista, figura la verdad histórica de que “el dominicano es un pueblo sin educación política”.
A partir de ahí – las cosas no han variado tanto, aun hayamos ganado buen terreno en el campo democrático -, la falta de conciencia, la ausencia de valores ético-morales lleva a mucha gente en elecciones a desdeñar programas de gobierno transformadores, capacidades y experiencias de candidatos, y a inclinar las simpatías por el derrotero populista o clientelar de quien le ofrezca un salami, le brinde un pica pollo o le dé unos pesos por su voto. Ya arriadas las ideologías y cada día más degrada la actividad política, de votarse preferiblemente por los partidos o por las figuras, se ha ido pasando con todo desparpajo a abrirle espacio a quien en determina coyuntura tenga mayor capacidad de regalar cosas o de comprar conciencias en la campaña, especialmente si cuenta con carta abierta para el uso de recursos públicos y tiene detrás al Estado como facilitador (¿).
La Ley Electoral, de no haber sido hija de intereses, como la de Partidos, debió hacer obligatorio que los candidatos presidenciales intercambiaran ideas y airearan sus propuestas en un debate frente el país, para que el gran público pudiera medir los alcances y evaluar capacidades y debilidades de cada aspirante, para ir a lo seguro el día de votar. Y es que el evento organizado por la Asociación de Industrias, que excluyó a una parte de los candidatos inscritos en la JCE, no fue un debate, sino una simple lectura de respuestas a un temario previo de los empresarios, desde la óptica del interés sectorial. ¿Y los demás temas, como el fortalecimiento institucional, la corrupción y la impunidad, entre otros? Por suerte, hubo expositores que fueron más allá del pedido que les encajonaba y adicionaron otros aspectos de su proyecto de gobierno. Por el esquema elegido y el factor tiempo, no se puede hablar de que uno ganó o de que otro perdió y, mucho menos, de la parte gestual o de la informalidad de Gonzalo en la ocasión, porque lo último respondía a la línea de “sencillez” con que se le vende. Prometió mucho, para los pocos recursos a la vista. Abinader lució bien e hizo mejor al decir que eliminará el odioso y abusivo anticipo (¿). Leonel, con su estilo y peso específico, avanzó una amnistía fiscal amplia y, ante la incertidumbre, el reto de mirar hacia dentro, reactivando los sectores productivos, en lugar de la importación de bienes y servicios.
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